jueves, 13 de agosto de 2009

¿Seguro que he llegado?

¿O acaso nunca me he ido? Esa es la sensación que he tenido cuando estaba llegando a casa. Parecía que esto no hubiera ocurrido, pero por suerte este blog y un millón de experiencias me dicen lo contrario.

Anoche me pasó una cosa genial. Después de todas las incidencias de un día tan movido, estaba en la habitación del hotel cuando encontré a una amiga en el messenger con la que me intercambio, digamos, situaciones personales en forma de canción. Tras un rato hablando, comenzamos a pasarnos links del youtube con temas varios. Comenzó ella con el "I will survive" de Gloria Gaynor, el cual me dedicaba para que pensara en él mientras llegaba (y me he acordado, lo prometo), y luego ya nos liamos con nuestros favoritos, ella se decantaba por Sabina y yo por Enrique Urquijo y Quique González.

Entonces me comenta que había esa noche lluvia de estrellas (y no se refería al programa de Bertín Osborne). Así que saqué el portátil a la terraza, puse sus canciones y las mías y me puse a mirar al cielo. No se veía demasiado bien desde en centro de Salamanca, pero lo suficiente para distinguir alguna estrella, pensé yo. Dicen que hay que pedir un deseo cuando veas una estrella fugaz, y yo tenía el mío clarísimo. De repente, casi al mismo tiempo, divisé 2, y ahora que se ha cumplido, puedo contar cual ha sido el primero (el segundo me lo guardo). Era que tuviera hoy por la mañana la moto arreglada. Y así ha sido.

He aprovechado la mañana para darme una vuelta por el casco antiguo de Salamanca, que aunque ya lo conocía, nunca está de mas. He llegado hasta la fachada de la universidad y como dicen que da suerte encontrar la rana, me he puesto a buscarla, y en 5 minutos, ya la tenía localizada. La suerte nunca sobra.

A eso de la 1 de la tarde he sacado la moto del taller, en perfecto estado, aunque tenía que ir haciéndole un pequeño rodaje durante parte del trayecto. El mecánico me ha explicado el motivo de la avería, aunque yo creo que la Vespa quería vacilarle a otras de su especie contándoles el viaje que se había hecho y que mejor sitio que un taller. Así que he partido hacia casa con calma pues pensaba que ya había visto todo y que el día de hoy era un mero trámite.

Pero no, nada ha sido como esperaba. Llevaba 3 años sin venir por Salamanca y para empezar, me he metido por una autovía nueva para mí, donde los coches iban lanzados y yo apenas pasaba de 80. Creía que sería así hasta Peñaranda de Bracamonte, a unos 40 km, todo un infierno, pero por suerte he visto el desvío del aeropuerto y como sé que la antigua carretera pasa por al lado, me he metido y he seguido hasta Avila por la antigua calzada. Esa parte del trayecto ha sido muy tranquila, apenas 4 coches me han adelantado, y me entretenía viendo a los demás yendo por la nueva o escribiendo mentalmente este blog. Normalmente, con carreteras mas retorcidas, solo apunto pequeñas notas mentales, pero hoy tenía mucho mas tiempo. Aunque la verdad, ahora mismo no recuerdo nada de lo que pensaba poner, y lo que recuerdo, ya lo he desechado.

Llegando a Avila, se veía una tormenta descargando a mi derecha. Por suerte parecía que me libraría, y menos mal, porque se veían los rayos incluso desde lo lejos que estaba en ese momento. Tras pasar la ciudad, giro a la derecha y voy hacia El Escorial pasando primero por Navas del Marqués. Es un camino mucho mas llevadero que la A-6, y hay algunos parajes dignos de ver. La tormenta seguía a lo lejos, pero no tanto como antes.

Nada mas pasar Navas del Marqués, comienza a llover. Paro un minuto para ponerme unos pantalones de lluvia y echar la gasolina del bidón que llevaba conmigo desde Donosti. Vuelvo a retomar la marcha y me doy cuenta de que me iba a mojar pero bien, pues gotas gruesas avisaban de que la tormenta iba a saludarme. De repente, ha empezado a caer con mucha mas fuerza y yo me encontraba en medio de la nada, sin poder refugiarme. Al ver un rayo brillar cerca de mi, me he puesto a contar los segundos hasta el trueno para saber dónde estaba la tormenta. Y no he contado ni uno, así que la tenía encima mía.

Durante unos 15 km, hasta un desvío donde había una parada de bus cubierta, he estado casi navegando. Se empezaban a formar riachuelos por los bordes de la calzada, los retrovisores estaban empañados y yo tenía toda la ropa mojada, incluida la interior. Al parar, había un hombre con otra moto que llevaba allí unos 40 minutos. Mientras hablábamos del tiempo, de las motos y de los viajes, yo me he cambiado de ropa y me he abrigado un poco mas. Cuando he terminado, casualmente, ya lluvia ha aflojado bastante y hemos decidido continuar, cada uno por su lado.

Cuando salgo con la moto de paseo y llego hasta la Cruz Verde, lo normal es que vaya hasta casa por un camino de montaña que va por Zarzalejo hasta Valdemorillo, que es espectacular, pero la tormenta se acostaba en ese lado. El camino del monasterio de El Escorial, por dentro del pueblo, también me gusta mucho, ya que viví allí 2 años. Pero tenía que volverme rápidamente pues ya estaba un tanto cansado del viaje, y he tirado por el camino que pasa cerca de la silla de Felipe II.

A los pocos minutos ya no llovía y el suelo estaba casi seco, así que lo peor había pasado. En ese momento la moto le ha dado por darme algún susto en forma de tirones, pero a mi no me hacía gracia y se lo he hecho saber. Así que se ha puesto seria y el resto del camino, hasta casa, nada especial. Bueno si, me ha pasado uno con una moto gorda a toda velocidad y justo delante mía se le han caído unas llaves, que iban incluso mas rápidas que yo a pesar de los golpes contra el suelo que se estaban dando.

En fín, que con otras gotas de lluvia he llegado hasta mi casa, pero ya no me importaba nada. El reto, el viaje, la aventura, como se quiera llamar, estaba conseguido y terminado. En ese momento, me he dado cuenta de que se habían acabado mis emociones por una temporada...

Pero no, he vuelto a equivocarme. Estaba hablando con mi señora madre contándole que ya estaba allí, con la moto guardada (la guardo en su casa pues ellos tienen garaje y yo no) y comprobando que todo estaba bien cuando la tormenta ha vuelto a aparecer. Yo creo que se ha enamorado de la Vespa, y no la culpo, la verdad. De repente se ha puesto a llover con muchísima fuerza, y mientras estaba al teléfono, miraba cómo la rejilla del desagüe comenzaba a saturarse. Colgar a mi madre y ver el agua desbordándose ha sido simultáneo, así que me ha tocado sacar un cepillo, quitar ramas y hojas, desatascar las alcantarillas de casa y achicar agua para que aquello no llegara a mayores. Por suerte (¿o ha sido consecuencia de haber encontrado la rana?) ha dejado de llover y todo ha vuelto a la normalidad con ayuda de una hazada.

Y ahora sí, he dado mi viaje por finalizado. 2571 km después, estoy de vuelta en casa.

¡¡Encuentra la rana!! :-)

La tormenta a lo lejos

La tormenta mucho mas cerca :-P

La última foto

2 comentarios:

  1. Bienvenido Pivón. Muchas felicidades a los 2 por superar este reto o esta aventura. Y aunq todavía no te creas que estás aquí ya sabes que tienes un experiencia y viviencia que Nadie te va a poder quitar. Espero que no tardes mucho en hacer otra y nos tengas a todos tan enganchados a tu blog. Lo que si has demostrados son tus dotes de aventurero, y de escritor.
    Bueno un besazo Pibón y haber si un día te dignas a quedar con nosotros a tomar algo.

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